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Las etapas psicosociales del desarrollo. III Parte

  • Foto del escritor: Edith Rodrìguez Mahecha
    Edith Rodrìguez Mahecha
  • 14 may 2019
  • 4 Min. de lectura

Iniciativa contra culpa: determinación

La dualidad emocional que Erikson imaginò para la etapa fàlica o genital-locomotora de la psicosexualidad (de los tres a los cinco años de edad) es iniciativa contra culpa. En este periodo, los niños están activos en su ambiente, dominan habilidades y tareas nuevas. Su modalidad social dominante es el modo intruso: sus cuerpos se entrometen en forma vigorosa en el espacio y sobre otras personas. Los preescolares dirigen sus actividades hacia objetivos y logros específicos. Su intrusión y curiosidad no sòlo se extiende a cuestiones sexuales sino también a muchos otros intereses en la vida. La palabra característica de los preescolares es ¿por qué?. Las respuestas paternas a las actividades autoiniciadas de los niños determinan el resultado exitoso o infructuoso de esta etapa. Si la iniciativa es reforzada, la conducta de un niño se orientarà cada vez màs hacia el objetivo. El castigo excesivo o la desaprobación pueden conducir a sentimientos de culpa, resignación y a la creencia de que està mal ser curioso acerca del mundo e imprudente ser activo en éste.

Grandes facultades nuevas se desarrollan en los niños en esta época conforme comienzan a imaginar objetivos para los que sus habilidades locomotoras y cognoscitivas los han preparado. La utilización de su lenguaje se vuelve màs pulido. Los niños comienzan a imaginarse a si mismos creciendo y se identifican con personas cuyo trabajo y personalidades pueden entender y admirar. Las fantasìas anteriores son reprimidas o redirigidas y su juego se vuelve màs realista y determinado. Comienzan a participar en proyectos. En estos años los niños están màs abiertos al aprendizaje que en ningún momento de su infancia. Son capaces de trabajar en cooperación y de obtener provecho de los profesores. Su aprendizaje es vigoroso, apartándolos de sus propias limitaciones y llevándolos hacia posibilidades posteriores.

Erikson creìa que el complejo de edipo representa màs y al mismo tiempo menos de lo que Freud hizo de éste. Prefería llamarlo un complejo generacional temprano. Desde el punto de vista de la evolución, es la primera experiencia del niño con la secuencia implacable de las generaciones, el crecimiento y la muerte. El padre del mismo sexo del niño queda implicado de manera "natural" en sus primeras fantasìas genitales en un momento en que la iniciativa del niño està lista para alejarse de la situación presente hacia objetivos nuevos. Al mismo tiempo, la imaginación intensa y las habilidades locomotoras vigorosas del niño producen fantasìas aterradoras gigantescas que despiertan una sensación de culpa y conducen al desarrollo de la conciencia. Por tanto la etapa edìpica da por resultado un sentido moral que establece límites permisibles y comienza a vincular los sueños infantiles de manera realista con los diversos objetivos posibles de la tecnología y la cultura del niño. La virtud que surge de la dualidad de la iniciativa contra la culpa es la determinación, una visión del futuro que da dirección y enfoque a nuestros esfuerzos mutuos. La determinación nos permite desarrollar con lentitud un sentido de la realidad que es definido por lo que es alcanzable.


Laboriosidad contra inferioridad: competencia


La siguiente etapa en la vida del niño tiene un paralelo aproximado con el periodo de latencia propuesto por Freud. Èste, dio pocos indicios sobre lo que sucedía al desarrollo de la personalidad durante este periodo, además de sugerir que la latencia implica un traslado de la expresión sexual prematura a una fase sexual inactiva. Erikson concordó en que durante la latencia se apaciguan ciertas cualidades apasionadas e imaginativas de años anteriores de modo que el niño es libre de concentrase en el aprendizaje. Sin embargo, declarò que el aprendizaje implica màs que sòlo curiosidad sexual suprimida o desplazada. El aprendizaje contiene su propia energía es una forma básica de lucha que tiene lugar a lo largo del ciclo vital y que atraviesa por una crisis especial durante los años escolares. La concentración se mueve de forma brusca del ello al yo conforme el niño aplica los impulsos que antes motivaban sus sueños y juegos hacia objetivos específicos y aprobados. Pero el yo puede permanecer fuerte sòlo por medio de la interacción con instituciones culturales. En esta época la sociedad interviene de manera màs formal para desarrollar las capacidades y potenciales del niño.

Durante los años escolares (seis a once años de edad), la dualidad emocional primaria es laboriosidad contra inferioridad. El término "laboriosidad" implica estar ocupado con algo, aprender a hacer algo y hacerlo bien. En todas las culturas los niños reciben alguna forma de instrucción sistemática en esta etapa con el fin de enseñarles habilidades que serán necesarias en su sociedad y les ayudaràn a alcanzar un sentido de dominio.

En esta etapa se les hacen nuevas demandas a los niños. Ya no son amados tan sòlo por quienes son; se espera que dominen la tecnología de su cultura para ganar el respeto de sus profesores y compañeros. Su capacidad para conformarse y dominar las tareas de este nivel depende en gran medida de lo exitoso que haya sido su paso por las etapas precedentes. Si los niños salen de las etapas anteriores con un sentido básico de confianza, autonomía e iniciativa, están listos para el trabajo laborioso que presupone la "escuela". Pero si su desarrollo ha dejado residuos pesados de confianza, duda y culpa, pueden tener dificultad para desempeñarse en un nivel óptimo. Desde un punto de vista psicoanalítico, el niño que no ha resuelto de manera adecuada su complejo edìpico puede no estar listo para satisfacer las otras demandas de su sociedad. Si se ha permitido que las potencialidades se desarrollen en forma plena en las etapas anteriores, el niño està en menor peligro.

El riesgo durante este periodo es que se desarrollen sentimientos de inadecuaciòn e inferioridad. El niño comienza a hacer comparaciones entre sì mismo y los demás y a percibirse con una actitud que puede ser menos o màs favorable. La evitaciòn de las clasificaciones grupales que diferencian los desempeños de los niños puede minimizar pero de ninguna manera borrar la conciencia de un niño acerca de hacer un trabajo superior o inferior. Los niños saben, o piensan que saben, en donde ubicarse. Los niños de esta edad están listos para aprender a trabajar y necesitan desarrollar un sentido de competencia, fuerza del yo o virtud asociada con esta etapa. La competencia implica la capacidad de usar su inteligencia y habilidad para completar tareas que son de valor en la sociedad.


 
 
 

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