Las etapas psicosociales del desarrollo. II Parte
- Edith Rodrìguez Mahecha
- 25 abr 2019
- 3 Min. de lectura

Confianza contra desconfianza: esperanza
La dualidad emocional de confianza contra desconfianza es la consideración clave de la primera etapa, la cual corresponde a la oral, sensorial y cinestèsica de Freud (1963). La actitud psicosocial básica que se debe aprender en esta etapa es si podemos confiar en el mundo o no. Durante un periodo prolongado los niños son muy dependientes de los demás para su cuidado. Ciertas frustraciones son inevitables y significativas desde el punto de vista social, pero demasiada frustración o indulgencia pueden tener efectos negativos. La confianza básica implica una correlación percibida entre las necesidades propias y las de nuestro mundo. Si los bebes reciben un cuidado poco confiable, inadecuado o rechazante, percibirán su mundo considerándolo indiferente u hostil y desarrollaràn un alto grado de desconfianza. Se da por supuesto la importancia de que los niños desarrollen algún sentido acerca de cuánto confiar y cuándo para estar listos ante el peligro y la incomodidad. El peligro està en los extremos de la confianza y la desconfianza. Esta crisis no se resuelve de manera permanente durante el primer año o los primeros dos años de vida, pero se establece una base que influye en el curso de desarrollo subsecuente. Un equilibrio apropiado de confianza y desconfianza conduce al desarrollo de la fuerza del yo esperanza, una virtud humana básica sin la cual somos incapaces de sobrevivir. La esperanza representa una convicción persistente de que nuestros deseos pueden ser satisfechos a pesar de la decepción y los fracasos. La esperanza es la base de la fe, reflejada en compromisos maduros.
Autonomía contra vergüenza y duda: voluntad
La segunda etapa psicosocial desarrollada por Erikson, autonomía contra vergüenza y duda, surge durante el segundo y tercer año de vida y corresponde a la etapa anal-muscular en el esquema psicosexual de Freud (1963). La dualidad emocional primaria aquí es la del control sobre el cuerpo y las actividades corporales en oposición a una tendencia hacia la vergüenza y la duda. "Justo cuando un niño a aprendido a confiar en su madre y en el mundo, volverse obstinado y arriesgarse con su confianza a fin de percatarse lo que él como individuo confiable, puede querer". La lucha por la autonomía no se limita a las sesiones en el cuarto de baño, sino que se extiende a muchas otras àreas de la vida conforme el yo comienza a establecer la independencia psicosocial. Los niños que comienzan a caminar, que están obteniendo beneficios rápidos en maduración neuromuscular, verbalizaciòn y discernimiento social, comienzan a explorar de manera independiente y a interactuar con su ambiente. El negativismo de los niños de dos años de edad cuya palabra favorita es "no" es evidencia de su lucha por intentar la autonomía. Un berrinche es tan sòlo una pérdida momentánea del autocontrol. Las culturas tienen formas diferentes de cultivar o quebrantar la voluntad del niño, ya sea reforzando o rechazando las exploraciones tentativas del niño. Las dudas acerca de su capacidad de autocontrol pueden provocar en los niños sentimientos de inadecuaciòn o vergüenza. La voluntad, la virtud correspondiente a esta etapa, es un crecimiento natural de la autonomía. Es claro que en los años en que el niño comienza a caminar sòlo surgen rudimentos, pero esta voluntad formarà un sentido maduro de poder de la voluntad. Ésta es una determinación inquebrantable de ejercer la libertad de elección y el dominio de si mismos, y forma la base para nuestra aceptación subsecuente de las leyes sociales.
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