Adoptar un niño ¿Deberíamos hacerlo?
- Edith Rodrìguez Mahecha

- 12 ene 2019
- 7 Min. de lectura

Siempre he tenido mis inquietudes sobre lo bueno y lo malo de la adopción, sobre la influencia que tiene esta decisión sobre los demás miembros de la familia, y no hablo de la familia nuclear, no precisamente, hablo de la influencia sobre la familia extensa, aquella que está conformada por abuelos, tíos, primos y otros parientes. En mi caso particular, en mi familia por ejemplo, tengo una prima que fue adoptada y acogida apenas nació, su madre la entregó en adopción porque no contaba con los recursos suficientes para mantenerla. Cuando ella apareció en mi núcleo familiar, yo tenía apenas 6 años de vida y no entendía nada de lo que estaba pasando, nadie me había explicado de donde venían los bebes, pues yo no tengo hermanos, pero si había escuchado la historia de la cigüeña y puedo decir con certeza que yo pensaba que la había traído un ave en un pañuelo y la había dejado en la puerta de la casa de mis tíos. Tiempo después, observando mis álbumes, encontré fotos de mi madre con una panza gigante y empece a preguntarle, porque estaba así, al momento en que me explicó, comprendí, que yo nunca vi a mi tía en esa condición, pero nadie me explicaba la razón; todo era un secreto, hasta que tuve 12 años, mi madre, me contó toda la historia de vida de nuestra nueva pariente. Entonces recordé todo el trato y atención que recibió por parte de sus padres adoptivos (mis tíos), recordé como la sobre protegieron pero también entendí, el por qué siempre mantenía una cara de melancolía como si todo a su alrededor fuera gris a pesar de los cuidados y atenciones que le daban. Cuando Yo me gradué del colegio e ingrese a la Universidad, "la niña" que mis tíos habían recibido en su hogar, ya era una adolescente, acuerpada, morena, de ojos rasgados, tenía pretendientes y recuerdo verla recostada en el sofá, mirando a su alrededor como si tuviera una visión gris de la vida. Yo intentaba siempre alegrarle el día, intentaba hablarle pero siempre era muy callada. Con el tiempo notaba, que a pesar de que yo la trataba como "mi prima" yo sentía que ella en el fondo, no se sentía de ese modo, la sentía apartada, callada, "tímida". Yo, por ese tiempo en el que ella era una adolescente, tuve un bebé y me había comprometido, para esa época ella ya se había graduado del colegio y mi tío le dio la oportunidad de empezar a estudiar Derecho en una universidad privada, tengo que aclarar en este punto, que mi prometido y mi tío eran buenos amigos, al punto que nos recomendaba a "la niña" en la ciudad, que la cuidáramos pues ella convivía con una prima por parte de su papá . Mi prometido y yo la llevábamos en el carro, cada 8 días de ida y de vuelta, del pueblo a la ciudad y de la ciudad al pueblo, al principio, lo que parecía un simple favor, se convirtió en un hábito, casi una obligación, yo nunca tuve ni la más mínima sospecha o indicio de que así empezaría mi más grande pesadilla.
"La niña" que tanto nos recomendaba mi tío, ya miraba diferente, esa mirada que yo veía melancólica y gris, se había tornado un tanto "colorida" sugestiva, disimulada, yo no entendía ese cambio, no entendía lo que estaba pasando, pero si notaba algo, la mirada de mi prometido hacia ella también había cambiado, el trato era más que familiar, era de complicidad, sin embargo mi confianza en ella estaba intacta, pues con mis primos el trato siempre fue honesto, directo y sin reservas, aquí, con ella nunca fue así, siempre sentía que ella se guardaba sentimientos para ella misma y nunca la sentí tan cercana, ni tan sincera, siempre vi en ella segundas intenciones, "no sabía por qué", intuía que algo no iba bien entre ella y mi prometido, pero nunca tuve en cuenta mis corazonadas. Con el tiempo y para resumir y concluir, "la niña" "la prima" intentaba saber más de mi vida, de mis asuntos personales, "con mucho disimulo" eso sí, lo hizo a la perfección, especialmente cuando mi prometido no estaba cerca. Con el tiempo, me di cuenta que todo lo que yo le contaba a ella, se lo contaba a mi prometido, pero lo que ellos hablaban, no me lo contaba a mi; no es difícil en este punto entender que pasó, solo les puedo decir algo, hoy en día, no me hablo con ella, no me gusta entablar ninguna conversación con ella, no me agrada como persona, no puedo entrar en detalles de todo el daño que me hizo, aunque me gustaría que lo supieran; la mala vibra que noto en ella, es imposible pasarla por alto, ahora si escucho mis corazonadas, después de un tiempo la perdoné, pero hace poco me di cuenta que a pesar de que yo siempre tenga buena intención en el trato hacia ella, ella no ha cambiado, su mirada con doble intención, disimulada, cínica y mala sigue ahí, y hoy en día tome la decisión de no volverla a tratar, no quiero su mala vibra cerca de mi, cualquier persona cercana, todavía no entiende el por que de todo lo que a pasado con ella, solo puedo dar un consejo a aquellos que tienen hijos adoptados; enséñeles la importancia de la lealtad a su familia adoptiva nuclear, a su familia extensa, a aceptar sus defectos y sus equivocaciones, enséñeles el respeto a la vida personal de sus primos y hermanos adoptivos, enséñeles, la importancia de decir la verdad, no les tapen ni les justifiquen los errores que cometen y mucho menos si son graves, véanlos como son, con cualidades y defectos, no los pongan en un altar como si fueran porcelana, y lo más importante que aprendan a tener límites en la vida, que no todo lo pueden tener y mucho menos quitar a los demás, como si todo se merecieran en la vida por su condición de adoptados. Mis tíos cometieron ese error, la veían como un ser perfecto. Ella nunca se graduó de la universidad, nunca ha trabajado, vive de la pensión que le dejó su padre, que por cierto murió de un derrame cerebral 3 días después que naciera su primera nieta, "nieta que no esperaba". Ella quedó en embarazo d su primer novio, cuando iniciaba primer semestre en la universidad y para mi tío que tenía altas expectativas en ella, fue tan duro que sufrió 3 pre infartos y tuvo que ser hospitalizado el mismo día en que ella le dio la noticia. "La niña se casó antes de que mi tío cumpliera un año de muerto, botó la casa por la ventana, obviamente yo no asistí a esa celebración, pues unos meses antes "La niña" me había causado un daño irreparable y a base de mentiras y justificando sus malos actos, a todos les hizo ver su cara de "yo no fui" pobrecita! decían todos, pero en el fondo, me preguntaba y me sigo preguntando ¿será que solo yo, veo su maldad, sus malas intenciones, su mirada disimulada y su mala vibra? Aún no lo se...
Ahora después de contarles mi experiencia cercana con un familiar adoptado, quisiera profundizar en la parte espiritual de la adopción, sé, que muchas parejas que no pueden concebir, tienen en cuenta esta opción para poder cumplir su sueño de ser padres, pero a mi parecer, creo que deberían prepararse muy bien, no solo física, mental, sino espiritualmente, para recibir un niño concebido por otra persona, pues la crianza en este caso, requiere más cuidado, más detalle y mas firmeza también, los valores no deben negociarse y deben preparar a los demás familiares para la llegada del nuevo integrante, que por cierto, no lleva los mismos genes, la misma sangre, ni la misma vibra de sus familiares adoptantes y eso se siente.
Adopción por B. Hellinger
Cuando alguien adopta niños para suplir la falta de hijos propios, se trata de una grave intromisión en determinados órdenes. El lugar de los hijos es al lado de sus padres. Aún en el caso de una madre que antes de abortar se le dice: “Antes de abortar entrega al bebé en adopción. Ya nos ocuparemos de todo lo que haga falta” en ese caso Hellinger menciona: habría que decirle, “Asume la responsabilidad de tu hijo”. Si ella misma y el padre aún no pueden hacerse cargo de ese bebé, se les puede ayudar para que el hijo sea acogido por los padres de la madre o por los padres del padre, o por otros familiares. De esa manera se soluciona la necesidad del momento y el bebé sigue en la familia. La adopción es justificada cuando, por ejemplo, ambos padres murieron o el niño fue abandonado. En ese caso cuando alguien toma al niño y lo cría, es algo grande y justificado según Hellinger. Cuando un bebé o un niño es adoptado a la ligera, quitándolo a sus padres y abuelos, es una gran injusticia. Primero, para el niño mismo, que es apartado de sus padres y de su familia. Segundo, para los padres, que se encuentran en una situación de necesidad y a quienes se les quita el niño de esta manera. Y, en tercer lugar constituye una falta de respeto ante el propio destino de la persona. Por ejemplo cuando un niño se cría en un país de desarrollo, en medio de una gran pobreza, y personas ajenas le dicen: “Te salvamos y te ofrecemos una vida mejor”, quizás no ayuden realmente al niño. Suena duro pero, ya no se respeta que su destino en su propia familia es lo que corresponde y forma parte de su grandeza. Que el alma de los padres adoptivos percibe esta forma de adopción como una culpa se muestra cuando pagan la adopción con una pérdida personal. A veces por ejemplo muere un hijo propio; a veces sucede por ejemplo que una madre adoptiva que queda embarazada aborta su propio hijo. Es decir se sacrifica al hijo. Frecuentemente, los matrimonios de hijos adoptivos se separan; en este caso el cónyuge es sacrificado por el hijo adoptivo. Lo anteriormente expuesto se debe a adopciones realizadas a la ligera, cuando una persona quiere tener un hijo para sí mismo, en vez de socorrerlo en una situación de emergencia. Hellinger dice que se opone al abuso de la adopción, ya que cuando un hijo adoptivo ve que sus padres carnales no le ofrecen ningún apoyo, puede reconocerlo como sus padres, sabiendo, sin embargo, que únicamente puede desarrollarse al lado de los padres adoptivos. Así honra tanto a sus padres como a sus padres adoptivos. Es importante para el hijo adoptivo que los padres que lo tomaron reconozcan a sus padres biológicos y los respeten ya que resulta una herida muy profunda para ese hijo que viene de esos padres y no puede negar su origen.


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