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Anatomìa del Espìritu

  • Foto del escritor: Edith Rodrìguez Mahecha
    Edith Rodrìguez Mahecha
  • 4 jun 2015
  • 2 Min. de lectura

Todos y cada uno de los segundos de nuestra vida, y todas y cada una de las actividades mentales, emocionales, creativas, físicas e incluso de descanso con que los llenamos, son algo conocido y registrado. Cada juicio que hacemos queda registrado. Cada actitud que adoptamos es una fuente de poder, positivo o negativo, del que somos responsables.

El estrés o malestar emocional y espiritual es la raíz de todas las enfermedades físicas. Además, algunas crisis emocionales y espirituales tienen una correspondencia muy específica con trastornos en determinadas partes del cuerpo.

Todos compartimos la realidad de tener un tipo de cuerpo físico que enferma o sana por los mismos motivos. Todos tenemos crisis emocionales o psíquicas comunes a la experiencia humana. Todos tememos al abandono, la pérdida de seres queridos y la traición; el sentimiento de rabia es tan tóxico en el cuerpo de un judío como en el de un cristiano o un hindú, todos nos sentimos atraídos por el amor. En lo que se refiere a la salud del espíritu y del cuerpo, no hay diferencias entre nosotros.

Antes de que el cuerpo produzca una enfermedad física, hay indicadores de energía que nos dicen que estamos perdiendo vitalidad, por ejemplo, un estado de letargo o de depresión prolongado.

Entre las experiencias que generan energía emocional en el sistema energético están las relaciones pasadas y actuales, tanto personales como profesionales (las experiencias y recuerdos profundos o traumàticos), y todas las actitudes y creencias, sean de tipo espiritual o supersticioso. Las emociones generadas por estas experiencias quedan codificadas en el organismo y los sistemas biológicos y contribuyen a la formación de tejido celular, el cual genera a su vez una calidad de energía que refleja esas emociones. Estas impresiones energéticas forman un lenguaje energético que contiene una información literal y simbólica.

Las imágenes positivas y la energía de las experiencias positivas también están contenidas en el campo energético. Las experiencias positivas y negativas dejan registrado un recuerdo en el tejido celular y en el campo energético.


 
 
 

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