Poder, confianza y estatus
- Edith Rodrìguez Mahecha
- 22 may 2015
- 2 Min. de lectura

"Si clasificamos a alguien como atractivo , sexy y deseable en el instante en que lo vemos, vamos a inclinarnos activamente a su favor"
Aparte de los símbolos obvios de estatus como ropa y accesorios, una impresión de poder puede ser creada gracias a la combinación de la forma en que miramos, lo cómodos que parecemos en nuestro propio cuerpo, qué tan relajada parece nuestra cara y el grado en el cual nuestros músculos se ven firmes y bien moldeados. Estas son cosas sobre las cuales tenemos el poder de cambiar y elegir.
Nuestro lenguaje corporal refleja cómo nos sentimos acerca de nosotros mismos. Qué tan alta està nuestra autoestima; entre màs cómodos nos vemos màs atractivos nos hacemos. Una baja autoestima es la principal causa de ansiedad e incomodidad social. Cuando nos sentimos bien con nosotros mismos tendemos a mantenernos erguidos, cómodos y balanceados. La estatura no importa tanto como la vitalidad y la presencia. La autoridad con la que dirige su propio cuerpo afecta directamente la manera en que los otros lo perciben.
Nuestras habilidades para la comunicación sexual son màs útiles una vez confrontamos la verdad de lo que somos interiormente,, integrándolo a cómo nos presentamos al mundo. Entre màs grande sea la congruencia entre lo que somos interiormente y lo que mostramos, màs "reales" van a ser nuestras relaciones sexuales.
La atracción externa inicial se basa en una serie de señales de género resaltadas, y una serie de medios artificiales y pasajeros, como son: un busto grande, un busto pequeño, cabello corto, cabello largo, maquillaje recargado, maquillaje ligero.
Tenemos que trabajar en resaltar tanto nuestra sensibilidad hacia lo que somos internamente, como la imagen que le presentamos al mundo exterior. La autoestima crece en la medida en que mejoramos la forma en que nos vemos. Ponernos algo que nos gusta nos anima. La ropa que usamos, la forma en que llevamos el cabello, la cantidad de tiempo que pasamos arreglándonos pueden influir en la forma en que nos vemos y nos ven los demás.